Por Faride Raful
La desproporción de los ataques de Israel a la franja de Gaza son motivo del repudio de la humanidad. Once días de bombardeos simultáneos y consecutivos, donde hasta el momento se contabilizan más de 600 muertos y 2, 200 heridos. Niños inocentes, mujeres vulnerables, hombres tristes y sin esperanza son los que encabezan la lista de las víctimas.
Hacer un análisis de la deplorable situación de la que somos testigos, nos obliga, en principio, al rechazo inmediato de las acciones tomadas por el grupo Hamás ante el levantamiento de la Tregua (este 19 de diciembre) negociada con el gobierno Israelí en Junio del pasado año. La reacción de un Estado como Israel, no era de sorprender. Sobretodo si recordamos el reciente fracaso de Israel en su ofensiva contra Hezbolá en el Líbano, lo que nos deja frente a un ejército y un Estado ávido en reivindicar su política bélica y su poderío Geopolítico.
Se le olvida al Estado Judío que la tragedia de la muerte que protagoniza a través de sus misiles y ofensivas militares, ha estado dirigida a un pueblo, no sólo a los miembros del gobierno de Hamás, y por eso y por la implacable actitud de mantener el control militar de sus acciones sin intenciones aparentes de negociar, es que la humanidad condena sus ejecutorias y convierte a los Palestinos en mutiladas víctimas.
Ahora sólo nos queda esperar que la estrategia Israelí sea encaminada hacia el diálogo y el arribo de algún acuerdo que cese el fuego entre estas dos naciones hermanas. Esperemos que el pueblo Judío emule al Jesús de Nazareno que evocan las escrituras con todos nosotros atestiguando la apertura al círculo de la paz y el sosiego que tantos necesitamos, porque cada vez que muere un niño palestino un poco de sangre se derrama en nuestro futuro y una parte de cada uno de nosotros muere con ellos.
6 de enero 2009
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