A mi amiga Silvia García
Por Licda. Faride Raful
Estas últimas semanas han estado impregnadas, al menos en lo personal, de las miserables manifestaciones humanas. Hay tiempos así, donde a veces sentimos y somos testigos de comportamientos humanos maravillosos en su generosidad e ilimitado amor. Pero otras veces, como en los últimos días, son días decepcionantes porque ves de frente el egoísmo y la mediocridad de que podemos ser capaces. En este sistema político y partidario a veces pasamos de un extremo a otro en cuestiones de segundo.
Hace ya algunos años, para contar tan solo una de tantas anécdotas que mi subconsciente archiva, una persona a quien estimo y he aprendido a querer en estos avatares donde el mas puro a veces suele ser perverso, decidió participar con aspiración legítima a una regiduría por la zona que le correspondía. Su aspiración era simplemente el producto de casi 20 años de trabajo comunitario, de sacrificio, de liderazgo real, de capacidad profesional, de amor a las bases, de lealtad a su partido, de hospitalidad en su hogar, de entrega a sus convicciones, de esperanza y generosidad. Yo, que la aprendí a conocer unos años después, entendí que sus aspiraciones en ese momento, ya pasado, no significaron nunca una aspiración en términos económicos si no una coronación al trabajo tesonero que había desempeñado a lo largo de tantos años con su firme vocación de servir. Y como era de esperarse ganó, contra todos los pronósticos de quienes torpedeaban su candidatura, ganó con votos, con alegría con el regocijo del sector a quien dignamente representaba sin tener ninguna posición política remunerada. Ganó en las calles con los compañeros, de casa en casa, con su familia, y probablemente sin dinero. Oh Dinero!
Su error fue vencer las conciencias endebles de quienes no tienen más que dinero. No le permitieron tomar posesión de su cargo. En medio de una cuestionada alianza política su candidatura le fue entregada a una dirigente de otro partido, que también años después traicionó esa alianza y se alistó en las filas del transfuguismo.
Ella continuó. Sin descanso, con dolor, pero continuó. Firme y con las puertas abiertas para todo el mundo. Al final de cuentas sabía que sin estar sentada en una Sala capitular o en una curul, era la representante de un sin número de personas que habían confiado en ella. Siguió apostando, creando y creyendo. Hace unos días, se discutía internamente dentro de su partido la designación por parte de la Secretaria a la que pertenece, del candidato que se presentaría para la diputación del PARLACEN. Eran muchos, y quizás ella la menos ávida en imponer su nombre. Las votaciones la dieron ganadora, iba a representar a la Secretaria Internacional dentro de las votaciones internas y definitivas de su Partido. Una vez más creó ronchas, quejidos y malestares, pero siguió humilde y afanosa su labor diaria.
Ayer, uno de los organismos de dirección de su Partido la sometió a votación contra decenas de aspirantes, y ganó. Y con ella ganaron todas las almas nobles que habitan este desolado planeta. Yo, que aprendí a quererla por su seriedad, su discurso, su sensibilidad social, su nobleza y su verdad, recuerdo hoy con alegría una frase simple que hace muchos años me retumba en la memoria, porque te incita a no desesperarte ante la perversidad y que se ha convertido en una de mis favoritas, “…seamos buenos de corazón, porque al final la vida compensa…”.
miércoles, 22 de octubre de 2008
viernes, 10 de octubre de 2008
miércoles, 8 de octubre de 2008
La Desidia de un Partido.
Por Licda. Faride Raful
En la historia política de nuestro país, el Partido Revolucionario Dominicano ha desempeñado un rol protagónico en pro de la lucha por la democracia, pero al parecer en la actualidad esa búsqueda por garantizar y fortalecer el sistema democrático nacional ha dejado de ser su prioridad. Basta observar con detenimiento la carencia de propuestas, el silencio ante los desaciertos del gobierno actual, la carencia de posiciones y criterios capaces de crear soluciones a reclamos sociales, la falta de solidaridad con los gremios que aún en su justo derecho son coaccionados por el poder, el desinterés absoluto por el auge del narcotráfico en nuestro territorio, es decir, el PRD ha abandonado a la sociedad. La ha dejado acéfala de representación partidaria, ha traicionado el concepto de oposición y por su indiferencia se ha vuelto cómplice de una crisis generalizada.
El 40% de ese electorado que apostó a la candidatura presidencial del PRD en los pasados comicios electorales, no pudo concretizar las aspiraciones de un cambio y lo único que le queda es hacer oposición a través de la maquinaria partidista con la que se identificaron. Ahora bien, si esa maquinaria sigue actuando como si no existiera, ese electorado va a ser traicionado. No hay derecho a que un partido con el potencial político del PRD guarde silencio en estos momentos, y que con ese mutis coadyuve al recrudecimiento de un partido político que ha sido reelecto en el gobierno. El PRD le está allanando el camino a la permanencia de un único partido en el panorama del sistema político. Contribuyendo de manera espantosa a la desaparición o debilitamiento absoluto de nuestro sistema democrático.
El PRD no se ha percatado, de que ahora como hacen años, la sociedad lo necesita. Y para eso el PRD debe abandonar el letargo en el que se encuentra sumido, debe volver a conectar con el pueblo pero es únicamente a través del ejercicio de sus obligaciones como segunda fuerza política del país. Los liderazgos deben fortalecerse internamente, debe replantearse el debate de ideas, la concertación y el enfrentamiento firme a la violación de derechos ciudadanos y constitucionales. El PRD debe ser garante del respeto a la institucionalidad, debe volver a ser voz el PRD para seguir representado los interés de miles de hombres y mujeres que eligieron ese canal de representación desde hace ya muchos años. Claro, esto si queremos tener PRD y un horizonte llano.
8 de octubre del 2008
Santo Domingo, D. N.
En la historia política de nuestro país, el Partido Revolucionario Dominicano ha desempeñado un rol protagónico en pro de la lucha por la democracia, pero al parecer en la actualidad esa búsqueda por garantizar y fortalecer el sistema democrático nacional ha dejado de ser su prioridad. Basta observar con detenimiento la carencia de propuestas, el silencio ante los desaciertos del gobierno actual, la carencia de posiciones y criterios capaces de crear soluciones a reclamos sociales, la falta de solidaridad con los gremios que aún en su justo derecho son coaccionados por el poder, el desinterés absoluto por el auge del narcotráfico en nuestro territorio, es decir, el PRD ha abandonado a la sociedad. La ha dejado acéfala de representación partidaria, ha traicionado el concepto de oposición y por su indiferencia se ha vuelto cómplice de una crisis generalizada.
El 40% de ese electorado que apostó a la candidatura presidencial del PRD en los pasados comicios electorales, no pudo concretizar las aspiraciones de un cambio y lo único que le queda es hacer oposición a través de la maquinaria partidista con la que se identificaron. Ahora bien, si esa maquinaria sigue actuando como si no existiera, ese electorado va a ser traicionado. No hay derecho a que un partido con el potencial político del PRD guarde silencio en estos momentos, y que con ese mutis coadyuve al recrudecimiento de un partido político que ha sido reelecto en el gobierno. El PRD le está allanando el camino a la permanencia de un único partido en el panorama del sistema político. Contribuyendo de manera espantosa a la desaparición o debilitamiento absoluto de nuestro sistema democrático.
El PRD no se ha percatado, de que ahora como hacen años, la sociedad lo necesita. Y para eso el PRD debe abandonar el letargo en el que se encuentra sumido, debe volver a conectar con el pueblo pero es únicamente a través del ejercicio de sus obligaciones como segunda fuerza política del país. Los liderazgos deben fortalecerse internamente, debe replantearse el debate de ideas, la concertación y el enfrentamiento firme a la violación de derechos ciudadanos y constitucionales. El PRD debe ser garante del respeto a la institucionalidad, debe volver a ser voz el PRD para seguir representado los interés de miles de hombres y mujeres que eligieron ese canal de representación desde hace ya muchos años. Claro, esto si queremos tener PRD y un horizonte llano.
8 de octubre del 2008
Santo Domingo, D. N.
Inquietud
“Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.” Jose Ingenieros
Por Licda. faride Raful
Siempre hay que detenerse en el tumulto, sobre todo cuando el destino de la humanidad en estos días resulta incierto.
En mi último viaje a la ciudad de Las Vegas, recordé las palabras del Dr. Cesar Mella cuando me dijo en la ciudad de New York, que le agradaba visitar esa ciudad porque para él como medico psiquiatra, la observación de la interactividad humana, específicamente en esa urbe, le servía de laboratorio. Pero creo que no sólo a él le sirve como método de estudio e indagación de la conducta, si no también a personas que como yo, estamos muy lejos de desarrollarnos en esa ciencia.
Las Vegas es una ciudad espectacular, desde el punto de vista de sus edificaciones hoteleras, y las presentaciones artísticas que ofrece, ahora bien, “La ciudad del Pecado” como se conoce en Estados Unidos esta sui generis ciudad, es refugio de cuantas causas perdidas se puedan aglutinar.
La vida nocturna, que constituye una de sus mayores atracciones turísticas, aparte del libertino mundillo de las apuestas de juegos y cartas por doquier, es como diría el Dr. Cesar Mella, más que un laboratorio. Mujeres solitarias y embriagadas que no dudan en destapar su pecho para llamar la atención, soltándose de brazo en brazo a cualquier viril que tenga el gusto de conocer en ese instante. Hombres desesperados en su soledad, que detienen a pulso a toda mujer que le pase por el frente tomando como un insulto el desprecio de la fémina.
Polvo blanco en las narices, brazos marcados de inyecciones, tríos que parecen perfectos por las horas que dure la embriaguez o el nirvana, bailes exóticos, lesbianas sin amor, promiscuidad enraizada y nuevamente la soledad maldita que ahoga el mundo y nadie se quiere dar por enterado. Mientras estoy allí parada en una esquina, observando rostros, tratando de descubrir en las miradas su interno desasosiego, miles de niños mueren de hambre cada minuto, y mi país sigue hacia un derrotero del que creo posible aun podemos salir, pero me cuestiono, me cuestiono frente al futuro, frente a la vida, frente a nuestros compromisos sociales, frente a la creación de una nueva familia y el alcance un sueno interminable.
No será egoísta pensar en crear una familia en esta época donde parece que a nadie le importa nadie? En que mundo vivirán nuestro hijos? Que le quedara de lo que están haciendo los ignorantes del ensueño y las primaveras? Que deshumanización tan grande les tocara protagonizar? A que nivel de robotización llegaran nuestras naciones? Como enfrentaran nuestros hijos las pandemias producto de un inexorable calentamiento global que nuestros políticos no enfrentan? Me hacia estas interrogantes mientras el trago se me escurría de las manos, mis sentidos estaban siendo afectados por la música de la nueva era, que por cierto es también electrónica, mis amigos parecían haber coincidido conmigo sin mediar palabras, pero habían decidido disfrutar del terrible encanto de LV, arrastrándome a terminar la noche con mi cuestionantes y mis idilios, porque claro, no era ni el momento, ni el lugar.
Por Licda. faride Raful
Siempre hay que detenerse en el tumulto, sobre todo cuando el destino de la humanidad en estos días resulta incierto.
En mi último viaje a la ciudad de Las Vegas, recordé las palabras del Dr. Cesar Mella cuando me dijo en la ciudad de New York, que le agradaba visitar esa ciudad porque para él como medico psiquiatra, la observación de la interactividad humana, específicamente en esa urbe, le servía de laboratorio. Pero creo que no sólo a él le sirve como método de estudio e indagación de la conducta, si no también a personas que como yo, estamos muy lejos de desarrollarnos en esa ciencia.
Las Vegas es una ciudad espectacular, desde el punto de vista de sus edificaciones hoteleras, y las presentaciones artísticas que ofrece, ahora bien, “La ciudad del Pecado” como se conoce en Estados Unidos esta sui generis ciudad, es refugio de cuantas causas perdidas se puedan aglutinar.
La vida nocturna, que constituye una de sus mayores atracciones turísticas, aparte del libertino mundillo de las apuestas de juegos y cartas por doquier, es como diría el Dr. Cesar Mella, más que un laboratorio. Mujeres solitarias y embriagadas que no dudan en destapar su pecho para llamar la atención, soltándose de brazo en brazo a cualquier viril que tenga el gusto de conocer en ese instante. Hombres desesperados en su soledad, que detienen a pulso a toda mujer que le pase por el frente tomando como un insulto el desprecio de la fémina.
Polvo blanco en las narices, brazos marcados de inyecciones, tríos que parecen perfectos por las horas que dure la embriaguez o el nirvana, bailes exóticos, lesbianas sin amor, promiscuidad enraizada y nuevamente la soledad maldita que ahoga el mundo y nadie se quiere dar por enterado. Mientras estoy allí parada en una esquina, observando rostros, tratando de descubrir en las miradas su interno desasosiego, miles de niños mueren de hambre cada minuto, y mi país sigue hacia un derrotero del que creo posible aun podemos salir, pero me cuestiono, me cuestiono frente al futuro, frente a la vida, frente a nuestros compromisos sociales, frente a la creación de una nueva familia y el alcance un sueno interminable.
No será egoísta pensar en crear una familia en esta época donde parece que a nadie le importa nadie? En que mundo vivirán nuestro hijos? Que le quedara de lo que están haciendo los ignorantes del ensueño y las primaveras? Que deshumanización tan grande les tocara protagonizar? A que nivel de robotización llegaran nuestras naciones? Como enfrentaran nuestros hijos las pandemias producto de un inexorable calentamiento global que nuestros políticos no enfrentan? Me hacia estas interrogantes mientras el trago se me escurría de las manos, mis sentidos estaban siendo afectados por la música de la nueva era, que por cierto es también electrónica, mis amigos parecían haber coincidido conmigo sin mediar palabras, pero habían decidido disfrutar del terrible encanto de LV, arrastrándome a terminar la noche con mi cuestionantes y mis idilios, porque claro, no era ni el momento, ni el lugar.
viernes, 3 de octubre de 2008
Mujer
Clara Zetkin, líder del movimiento alemán de mujeres socialistas, promovió la celebración del día internacional de la mujer trabajadora utilizando como escenario la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, llevada a cabo en la ciudad de Copenhague en 1910.
Esto, acompañado del trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de NY donde fallecieron más de 140 trabajadoras, en el año 1911, aceleró el proceso de revisión acerca de las condiciones laborales en que se desarrollaban las mujeres. Y así fue gestándose a lo largo de toda Europa a través de la movilización femenina, el reclamo de igualdad y equidad de género, sobre todo en lo relativo a los derechos inherentes como seres humanos.
En la Carta de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco en 1945, se proclamó por primera vez que la igualdad de sexos era un derecho humano fundamental, logrando durante todos estos años que la participación del género femenino sea respetada y equitativa.
Este día debe ser para nosotras motivo de reflexión para plantearnos nuevos retos y agradecer a nuestras predecesoras que se atrevieron en sociedades extremadamente conservadoras a destacarse a través de su inserción en el mercado laboral, profesional, político y social. Siempre he entendido que el radicalismo extremo es indicio de las mayores perversidades sociales. Siendo mujer nunca he enarbolado la bandera del feminismo rampante para la defensa de los derechos que nos corresponden como persona, porque entiendo que las oportunidades deben ser la misma sin distinción de género, sin que ser mujer implique nivel de inferioridad alguna para su desarrollo integral, pero tampoco nivel de superioridad absoluta de ella sobre el hombre.
El tema resulta complejo, porque debemos partir de las diferencias físicas y síquicas entre un género y otro, y cuando se hace este tipo de análisis debes identificar las debilidades y las fortalezas entre ambos. Las luchas por las reivindicaciones sociales deben partir de crear las mismas oportunidades en todos los ámbitos. Y nuestra lucha como mujer, debe ser para que el sistema sea respetuoso de nuestra dignidad y nuestros valores. Para la consecución de esto, tenemos que seguir haciendo grandes esfuerzos para demostrar nuestras capacidades y actitudes, porque aun a pesar de todos los avances que hemos logrado a través de la historia de la humanidad, somos el blanco fácil de cualquier descalificativo moral e intelectual. Tenemos que mantenernos estoicas y bravas para defender nuestras creencias, nuestra pluralidad de funciones, nuestra femineidad que nos hace tan especiales y diferentes. Tenemos que seguir defendiendo y luchando por la integridad sin degradarnos a abismos de tinieblas imperdonables.
Cada mujer, con sus circunstancias y su historia debe ser precedente de lo que su libertad determine para ser feliz, sin dejar de recordar que con cada paso que de, estará allanando el camino para las damas que vienen detrás. Cada quien es ejemplo para alguien insospechado y quizás desconocido. Nuestra misión y nuestros sueños son innegociables no sólo como mujeres, si no como seres humanos y estoy totalmente convencida, de que los roles sociales no son determinantes, si no determinables por el accionar de cada uno de nosotros. Los patrones varían pero la esencia sigue intacta.
Faride Raful
Esto, acompañado del trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de NY donde fallecieron más de 140 trabajadoras, en el año 1911, aceleró el proceso de revisión acerca de las condiciones laborales en que se desarrollaban las mujeres. Y así fue gestándose a lo largo de toda Europa a través de la movilización femenina, el reclamo de igualdad y equidad de género, sobre todo en lo relativo a los derechos inherentes como seres humanos.
En la Carta de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco en 1945, se proclamó por primera vez que la igualdad de sexos era un derecho humano fundamental, logrando durante todos estos años que la participación del género femenino sea respetada y equitativa.
Este día debe ser para nosotras motivo de reflexión para plantearnos nuevos retos y agradecer a nuestras predecesoras que se atrevieron en sociedades extremadamente conservadoras a destacarse a través de su inserción en el mercado laboral, profesional, político y social. Siempre he entendido que el radicalismo extremo es indicio de las mayores perversidades sociales. Siendo mujer nunca he enarbolado la bandera del feminismo rampante para la defensa de los derechos que nos corresponden como persona, porque entiendo que las oportunidades deben ser la misma sin distinción de género, sin que ser mujer implique nivel de inferioridad alguna para su desarrollo integral, pero tampoco nivel de superioridad absoluta de ella sobre el hombre.
El tema resulta complejo, porque debemos partir de las diferencias físicas y síquicas entre un género y otro, y cuando se hace este tipo de análisis debes identificar las debilidades y las fortalezas entre ambos. Las luchas por las reivindicaciones sociales deben partir de crear las mismas oportunidades en todos los ámbitos. Y nuestra lucha como mujer, debe ser para que el sistema sea respetuoso de nuestra dignidad y nuestros valores. Para la consecución de esto, tenemos que seguir haciendo grandes esfuerzos para demostrar nuestras capacidades y actitudes, porque aun a pesar de todos los avances que hemos logrado a través de la historia de la humanidad, somos el blanco fácil de cualquier descalificativo moral e intelectual. Tenemos que mantenernos estoicas y bravas para defender nuestras creencias, nuestra pluralidad de funciones, nuestra femineidad que nos hace tan especiales y diferentes. Tenemos que seguir defendiendo y luchando por la integridad sin degradarnos a abismos de tinieblas imperdonables.
Cada mujer, con sus circunstancias y su historia debe ser precedente de lo que su libertad determine para ser feliz, sin dejar de recordar que con cada paso que de, estará allanando el camino para las damas que vienen detrás. Cada quien es ejemplo para alguien insospechado y quizás desconocido. Nuestra misión y nuestros sueños son innegociables no sólo como mujeres, si no como seres humanos y estoy totalmente convencida, de que los roles sociales no son determinantes, si no determinables por el accionar de cada uno de nosotros. Los patrones varían pero la esencia sigue intacta.
Faride Raful
El colegio médico dominicano y su acto terrorista
Hacer reclamos en una sociedad sumida en el subdesarrollo es prácticamente normal. Pero cuando esos reclamos no son atendidos ni escuchados por las autoridades es realmente preocupante. La disidencia fortalece la democracia porque permite la manifestación y el encuentro de criterios dispares que una vez concertados aportan ideas claras a soluciones que beneficien a la mayoría o a una parte importante de la sociedad.
La intolerancia de las autoridades es inadmisible en sistemas democráticos. Las demandas de la clase médica dominicana son el producto de una insatisfacción salarial que al parecer no está dentro de los puntos de agenda del actual gobierno. La realidad es que los pírricos salarios devengados por los galenos, resultan absurdos no solo para ellos si no para toda una sociedad que conoce y respeta la vocación de servicio y el trabajo tesonero que desempeñan. Sobretodo cuando esa ciudadanía se percata de los salarios lujosos de que son beneficiarios algunos “funcionarios” con los impuestos que paga el pueblo.
Ocupar de manera pacífica la Secretaría de Salud Pública para enrostrarle a su incumbente el derecho a ser escuchados y atendidos, llegando incluso a su mismo lugar de trabajo para evitarle la fatiga de trasladarse a otro punto, al parecer fue una osadía atemorizante. Entendieron la agresión como respuesta a un clamor, violentaron todos los derechos fundamentales que garantiza la constitución de la República, y acordonaron con armas las palabras que aún no habían sido pronunciadas. Esposados, como auténticos delincuentes estaban los profesionales de la salud. En primera plana de los diarios rodeados de hombres con armas largas vimos a los miembros del colegio médico dominicano. Uno se indigna, se le quiebra la garganta y le tiembla el puño de impotencia frente al abuso y al irrespeto.
Fueron tratados como terroristas de wall street, como delincuentes de un sistema cuyos verdaderos transgresores están sentados en un escritorio orquestando cobardemente actos de esta naturaleza. Porque en este “régimen democrático” ahora la concepción de terrorismo se equipara a demandan sociales y reclamos pacíficos.
Faride Raful
La intolerancia de las autoridades es inadmisible en sistemas democráticos. Las demandas de la clase médica dominicana son el producto de una insatisfacción salarial que al parecer no está dentro de los puntos de agenda del actual gobierno. La realidad es que los pírricos salarios devengados por los galenos, resultan absurdos no solo para ellos si no para toda una sociedad que conoce y respeta la vocación de servicio y el trabajo tesonero que desempeñan. Sobretodo cuando esa ciudadanía se percata de los salarios lujosos de que son beneficiarios algunos “funcionarios” con los impuestos que paga el pueblo.
Ocupar de manera pacífica la Secretaría de Salud Pública para enrostrarle a su incumbente el derecho a ser escuchados y atendidos, llegando incluso a su mismo lugar de trabajo para evitarle la fatiga de trasladarse a otro punto, al parecer fue una osadía atemorizante. Entendieron la agresión como respuesta a un clamor, violentaron todos los derechos fundamentales que garantiza la constitución de la República, y acordonaron con armas las palabras que aún no habían sido pronunciadas. Esposados, como auténticos delincuentes estaban los profesionales de la salud. En primera plana de los diarios rodeados de hombres con armas largas vimos a los miembros del colegio médico dominicano. Uno se indigna, se le quiebra la garganta y le tiembla el puño de impotencia frente al abuso y al irrespeto.
Fueron tratados como terroristas de wall street, como delincuentes de un sistema cuyos verdaderos transgresores están sentados en un escritorio orquestando cobardemente actos de esta naturaleza. Porque en este “régimen democrático” ahora la concepción de terrorismo se equipara a demandan sociales y reclamos pacíficos.
Faride Raful
lunes, 29 de septiembre de 2008
Ideas
La clase política de nuestro país adolece de menospreciar la participación activa de los jóvenes y mujeres, que en gran parte de los procesos históricos ha sido fundamental. Siempre he entendido que la participación no se otorga, sino que producto de una osada actitud hace frente con sensibilidad, al breve desatino de intentar reformular las cosas. Por eso entiendo necesario hacer un reclamo a la formulación de políticas públicas que satisfagan las necesidades de este segmento, que en la actualidad constituye la mayor parte de la población. No existe una identificación social con sus reclamos, debemos comprometernos, asumir responsabilidades y ayudar a una sociedad que se desmorona por días ante el abismo de la ignorancia y la inercia de los que la dirigen, una sociedad, que desafortunadamente ha perdido su capacidad de asombro.
Esa clase política que con conatos de acercamiento cada 2 años en carnaval electoral nos oferta lo imposible, no se ha percatado de que estamos vivos entre tantos muertos. Basta con despertar y abrir los diarios para que sintamos el bombardeo pesaroso de las noticias de asesinatos, asaltos, violaciones y violencia. Muertos de soledad, de hambre, de dolor, de sueños, de ilusiones, de desidia, fatalidad y desesperanza. No puede evitarse el estremecimiento que desencadenada la crueldad, el abuso y la desesperación. Invade un sentimiento de impotencia ante la urgencia de embestir la impostura, con lo que se pueda, con nuestras manos, nuestras ideas, nuestro llanto o nuestro trabajo. Tiene que valer la pena el hecho de que sigamos aquí con capacidad de concreción mental para resistir la sordidez de la miseria. Por eso se nos requiere combatir las causas para prevenir las consecuencias, no podemos seguir hablando de construir un progreso del cual la sociedad no forma parte, tenemos que involucrarla con todos sus sectores, nos urge concertar, dialogar e iniciar la zapata para una verdadera transformación. Nuestros jóvenes, desprovistos de oportunidades agonizan, y con ellos la esperanza de un mejor país. Nuestras mujeres se exilian en su propio silencio sin desafíos aparentes. No podemos permitirlo, debemos despertar nuestras conciencias para mostrarle al mundo nuestra fortaleza, nuestras voces, nuestra unidad y nuestra irreverencia a un sistema adocenado capaz de corromper y degradar nuestra sensibilidad.
Las marionetas forman parte de un espectáculo teatral, de ahí que no podemos apelar a la ignorancia o a la incapacidad para seguir en este derrotero, que estamos aquí, sobreviviendo al caos, despiertos, alertas y creando, prestos a fusionar ideas para encaminar nuestro descarrilado destino y agradecerle al Creador el reencuentro con la verdadera humanidad, esa que no desfallece ante lo posible porque hace siglos que reconoce su ilimitada fuerza para transformar con el amor y coraje el destino social de los pueblos.
Esa clase política que con conatos de acercamiento cada 2 años en carnaval electoral nos oferta lo imposible, no se ha percatado de que estamos vivos entre tantos muertos. Basta con despertar y abrir los diarios para que sintamos el bombardeo pesaroso de las noticias de asesinatos, asaltos, violaciones y violencia. Muertos de soledad, de hambre, de dolor, de sueños, de ilusiones, de desidia, fatalidad y desesperanza. No puede evitarse el estremecimiento que desencadenada la crueldad, el abuso y la desesperación. Invade un sentimiento de impotencia ante la urgencia de embestir la impostura, con lo que se pueda, con nuestras manos, nuestras ideas, nuestro llanto o nuestro trabajo. Tiene que valer la pena el hecho de que sigamos aquí con capacidad de concreción mental para resistir la sordidez de la miseria. Por eso se nos requiere combatir las causas para prevenir las consecuencias, no podemos seguir hablando de construir un progreso del cual la sociedad no forma parte, tenemos que involucrarla con todos sus sectores, nos urge concertar, dialogar e iniciar la zapata para una verdadera transformación. Nuestros jóvenes, desprovistos de oportunidades agonizan, y con ellos la esperanza de un mejor país. Nuestras mujeres se exilian en su propio silencio sin desafíos aparentes. No podemos permitirlo, debemos despertar nuestras conciencias para mostrarle al mundo nuestra fortaleza, nuestras voces, nuestra unidad y nuestra irreverencia a un sistema adocenado capaz de corromper y degradar nuestra sensibilidad.
Las marionetas forman parte de un espectáculo teatral, de ahí que no podemos apelar a la ignorancia o a la incapacidad para seguir en este derrotero, que estamos aquí, sobreviviendo al caos, despiertos, alertas y creando, prestos a fusionar ideas para encaminar nuestro descarrilado destino y agradecerle al Creador el reencuentro con la verdadera humanidad, esa que no desfallece ante lo posible porque hace siglos que reconoce su ilimitada fuerza para transformar con el amor y coraje el destino social de los pueblos.
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